El ciego de Betsaida

Llegando Jesús a Betsaida, le traen a un hombre ciego y le piden que le toque. Y tomando de la mano al ciego, lo sacó fuera de la aldea; habiendo escupido en sus ojos, le impuso las manos y le preguntó:

- ¿Ves algo?

El ciego abrió los ojos, miró y dijo:

- Veo los hombres... Me parecen árboles... Los veo moverse.

Jesús le volvió a poner las manos en los ojos, y entonces el ciego empezo a distinguir los objetos, quedó restablecido y hasta de lejos veía claramente todas las cosas. Y Jesús le ordenó que se fuera a su casa, sin entrar siquiera en el pueblo.

(Mc 8, 22-26)













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