De la gran importancia de los colaboradores en FRATER


         En la FRATER mantenemos muy en serio el principio de que "nuestras capacidades superan a nuestras limitaciones". No obstante, es muy cierto que tenemos limitaciones, unos más y otros menos, aunque desde luego nadie es perfecto, y el que lo sea que levante la mano, como se suele decir... Qué va, para nada: todas las personas tenemos limitaciones, y todos nos necesitamos unos a otros y nos podemos ayudar en algo unos a otros.

         En FRATER no sólo hay personas enfermas o con discapacidad, sino que también hay otras "normales", o que están "sanas" (dicho sea con muchas comillas). No es que haya fraternos de primera y de segunda, ni que unos estén para ayudar y otros para ser ayudados. Hay diversidad de carismas y de actividades, pero es el mismo el Espíritu que a todos nos mueve (I Cor 12, 4-6). O, como decía aquel eslogan, todos somos iguales y todos diferentes.

         Por lo demás, los fraternos que sufren enfermedad crónica o discapacidad son exactamente iguales que los colaboradores y simpatizantes que no la tienen, y todos ellos si quieren pueden hacerse fraternos (militantes de FRATER) e incluso pueden llegar a integrarse en los Equipos de Vida y Formación, tras un período de iniciación. Sólo hay una pequeña limitación: en todos los equipos, el cargo de presidente, o responsable (función de Representación), debe ser asumido, precisamente, por una persona enferma o discapacitada, y también deberán serlo más de la mitad de los miembros de los órganos de gobierno (responsables de las diferentes funciones). Y no es una discriminación injusta, es que precisamente de eso se trata, o en esto consiste la FRATER: en que los enfermos y discapacitados se hagan responsables y asuman personalmente el compromiso fraterno, tal como en su día lo ideó y lo llevó a cabo el Padre François.

         Los colaboradores son una necesidad esencial para superar las mayores limitaciones que nos aquejan. Gracias a ellos, las personas con movilidad más limitada podemos ir a todos los sitios, volver, reunirnos, bañarnos en la playa o en la piscina, etc. Muchos de nosotros necesitamos ayuda para necesidades de la vida cotidiana: para comer, para ir al servicio, para vestirnos o desvestirnos, acostarnos o levantarnos, para asearnos... Gracias a la inestimable ayuda de los colaboradores podemos hacer todo esto y mucho más. Esto nunca se lo podremos agradecer lo suficiente, y debemos ser muy conscientes de ello.

         Además, al menos hasta ahora, hemos tenido la inmensa suerte de contar con gente muy valiosa y muy experta, que sabe muy bien lo que hace y cómo hay que hacerlo. Y para eso no hace falta ningún cursillo, porque los mismos colaboradores se lo enseñan unos a otros, y lo poquito que te pueda faltar por aprender, te lo enseña la experiencia sobre la marcha. De manera que para hacerse colaborador de FRATER no hace falta estar hecho de una pasta especial, ni tener ningún título, ni nada de eso: basta con querer. Si tú realmente quieres, en poco tiempo empezarás a conocer y amar la Fraternidad y descubrirás lo mucho que puedes aportar sin gran esfuerzo, y también lo que la FRATER te puede aportar a ti.

         "Sorprendentemente", hay colaboradores que dicen que este esfuerzo les compensa, incluso algunos llegan a decir que reciben mucho más de lo que dan. En fin..., si lo dicen, por algo será. Obviamente, no hablan de dinero ni de nada con valor económico, aunque verdaderamente su trabajo sí que tiene mucho valor y, desde luego, si tuviésemos que pagárselo no podríamos. Quizás sea verdad que nosotros también damos algo. Eso es según lo vea o lo quiera ver cada cual, pero lo que los fraternos ofrecemos a los colaboradores y a todo el mundo, tiene un valor que no es susceptible de cuantificación económica.

         Son colaboradores, no sólo quienes hacen el generoso esfuerzo físico y personal de venirse con nosotros a ayudar en las colonias de verano, las excursiones, las convivencias y en otros eventos, sino también aquellas otras personas que, desinteresadamente, se ponen en contacto con Ocio y Tiempo Libre (actualmente, Angelines González) y se ofrecen para llevarnos con sus coches, para conducir la furgoneta adaptada o... ¿cómo no? No menos importante ni menos fraterno es el apoyo económico de algunas pocas personas anónimas, gracias a las cuales han sido posibles hasta hoy muchas de las actividades que organiza la FRATER.

         No obstante, no sólo los colaboradores nos pueden ayudar. Nosotros, los discapacitados, también podemos hacer mucho, cada cual en función de sus facultades y habilidades. Esto lo sabemos muy bien los fraternos. Conocemos numerosas experiencias en las que, precisamente los fraternos que parecen tener más limitaciones, nos han dado lecciones a todos, demostrando que, si queremos, todos tenemos muchísimo que aportar. Porque lo realmente importante es eso: querer, en todos los mejores sentidos de la palabra. Por eso, debemos ser muy conscientes también de que, en la FRATER, el primer colaborador debe ser el propio enfermo o discapacitado.

         En efecto, por limitado que estés o que te sientas, quizás puedas ayudar al fraterno que tienes al lado... a comer, a afeitarse, a escribir, a hablar, a abrir una puerta... Quizás seas el único o la única que consigue entender a ese otro fraterno o fraterna que tiene tantas dificultades para expresarse. En cualquier caso, siempre hay algo que todos podemos y debemos hacer, por el bien del grupo y especialmente por el bien de los fraternos que tenemos más cerca. Es muy sencillo: basta con una sonrisa para crear buen ambiente.

         Eso sí que es seguro: gracias a Dios y al Espíritu fraterno, el buen ambiente está prácticamente garantizado. El contacto personal, en el que tanto insistía nuestro Fundador, el P. François, es fundamental para lograr esto. Ante las situaciones difíciles que se puedan presentar, todos arrimamos el hombro y actuamos como si fuésemos uno solo, para resolverlas pronto y bien. Y es que en FRATER los colaboradores no sólo tienen tiempo para trabajar, sino que también hay momentos, y no pocos, para conFRATERnizar, para relajarse, y hasta... ¿por qué no? para cantar, bailar, salir de compras, salir de copas, divertirse, contar chistes, hacer el indio y reirse un montón. Por ejemplo:















         Esto es sólo una pequeña muestra de que en FRATER no somos gente aburrida, sino que nos gusta pasarlo bien. Algunas personas creen que la gente religiosa, o simplemente creyente, es triste y aburrida, y mucha gente piensa también que los discapacitados somos gente deprimida y derrotista. Si tú pensabas también algo así, te invitamos: ven, conócenos y te sorprenderás. En primer lugar, en FRATER nunca se le ha pedido a nadie el carné de católico apostólico y romano, ni es obligatorio asistir a las oraciones ni a la Eucaristía. En segundo lugar, no hay cosa en este mundo que dé más alegría, auténtica y verdadera alegría, esperanza y fuerza, que el creer en Jesús resucitado y confiar en la Palabra de Dios y vivirla.

         En FRATER, tanto los discapacitados como los colaboradores y simpatizantes, nos sentimos felices y queremos transmitir esa alegría y esa felicidad a todo el que nos conozca, y más si quiere compartirla con nosotros. Porque alegría compartida es doble alegría, y porque FRATERNIDAD SOMOS TODOS.



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